El inicio del plan.
Dos semanas después.
El pequeño lobo omega no dejaba de llorar a pesar de todos los intentos de Jungkook por calmarlo. Jimin ya había dormido a la tigresita alfa hacía rato con facilidad, ¿por qué él aún no aprendía? Ser padre era más difícil de lo que pensaba, pero aún así no se arrepentía de nada. Amaba a su familia como a nadie e iba a aprender lo que fuera necesario con tal de criar a sus cachorros sin que nada les faltara.
Daba vueltas de un lado a otro en la sala, meciendo al niño para que durmiera, mas no había caso. Ese niño solo lloraba y él estaba desesperado por tener un tiempo a solas con el peliblanco Mientras tanto, Jimin reía por lo bajo mientras cocinaba de solo verlo así.
—No se duerme —exclamó Jungkook, casi con un gesto de horror.
—¿Quieres que lo haga por ti?
—No, quiero dormirlo yo, no puede ser tan complicado —Jimin se encogió de hombros dejándolo en su tarea, mientras él seguía meciendo suavemente al cachorro. Poco más y sus orejas habían hecho oídos sordos ante el llanto—. Ya duérmete, cachorro.
Jungkook siguió con su trabajo, armándose una paciencia de oro, hasta que finalmente lo logró. Al fin paz en aquella nueva casa... no tan nueva para él, pero si para su familia.
—Al fin lo logras —susurró Jimin, casi en burla, casi aliviado.
—No soy tan bueno como tú —susurró también y se apuró a dejarlo con cuidado en la cuna mecedora que tenían en la sala para tenerlos vigilados todo el tiempo. No les gustaba dejarlos solos—. Es más difícil de lo que pensé —regresó a la mesa y tomó asiento al mismo tiempo que el peliblanco, viendo la cena humeante había preparado—. Más que todo Elian, es muy llorón. Mía es más tranquila.
—Es llorón como tú.
—Yo no soy un llorón —negó, mientras daba su primer bocado.
—Claro que sí, andas todo desesperado —le lanzó una mirada picara, pues sabía que el alfa estaba desesperado por sentirlo y él disfrutaba su desesperación al mismo tiempo que esperaba el momento con ansias, porque se encontraba mucho mejor y con ganas de hacer cositas.
—Tenemos que buscar un tiempo para los dos, te necesito ya, te necesito mucho —lo observó, sabiendo que aquella sonrisa en su boca era de total diversión y satisfacción por verlo rogar. De algún modo eso hacía sentir deseado y cortejado al omega—. Prométeme que esta noche lo intentaremos si los cachorros siguen dormidos.
—Pero hay que ser silenciosos —estiró una mano para tomar la de Jungkook. Ya era costumbre sentarse frente a frente para poder verse mejor mientras cenaban.
—¿Quién es el que siempre hace mucho ruido, ah? —acarició su mano suavemente con su pulgar, deseando saltar la cena para tenerlo ya debajo suyo, sudado y mordiendo la almohada.
—Tendré que ser muy silencioso, aunque contigo esa es tarea difícil.
—Tendremos que dejar los gritos para otro día.
—Creí que te gustaba escucharme —hizo un falso puchero, como si eso lo pusiera triste.
—Me gusta escucharte, pero puedes despertarlos y eso significa quedarnos a medias, y no queremos eso, ¿verdad? —Jimin negó—. Pues ya ves, tendremos que intentarlo. De verdad te necesito, como sea.
—¿Mucho?
—Mucho, mucho. Tenemos casi un mes de no hacer nada.
—Pues apúrate a comer entonces —sonrió, viendo como Jungkook exageraba los bocados, haciéndolo reír.
Una vez terminaron la cena, Jungkook se encargó de levantar la mesa y subir a los cachorros al cuarto mientras Jimin lavaba. No le gustaba dejar todo sucio en la noche, pues traía bichos y con el calor daba mal olor.
El azabache bajó las escaleras viéndolo allí, tan solos, en silencio... era la oportunidad perfecta, así que se acercó lentamente por detrás, tomándolo con delicadeza de la cintura mientras comenzaba a besar su cuello. Jimin apretó las manos, aún llenas de jabón, y solo le dio un poco de espacio para que continuara.
Jungkook no perdió tiempo y acarició su hombro, bajando un poco el hombro de la camisa que le quedaba grande, dejando más de su blanca piel al descubierto. Dejó besos húmedos allí, degustando y sacándole pequeños jadeos al omega, quien ya no podía concentrarse en su tarea.
—Llevo días observándote, ¿siempre andas solito, pequeño? —habló Jungkook en su oído, fingiendo no conocerlo.
—¿Quién es usted, señor? —le siguió el juego, dejando lo que tenía en las manos.
—Quien soy no importa... lo que importa es que me vuelves loco —refregó su nariz contra su cuello, desde el hombro a su oreja, embriagándose con el olor a jazmín del omega.
Eso hizo que una corriente de placer recorriera la espalda de Jimin. Diablos, lo necesitaba tanto dentro: —Señor, no sé si sea correcto, no lo conozco.
—Pero puedes conocerme —lamió lentamente donde debía renovar la marca, pues esta comenzaba a irse.
—Me gusta esa idea —cerró los ojos, disfrutando del contacto a medida que su respiración era cada vez más pesada.
Jungkook apoyó el bulto que comenzaba a formarse en su entrepierna contra el trasero del omega, haciendo que se le escapara un gemido. Olvidaba lo delicioso que eran los sonidos que escapaban de su boca cada vez que lo provocaba, y quería más, mucho más.
Bajó lentamente las manos por el torso del peliblanco hasta llegar a su pantalón. No detuvo el camino, llevándose la prenda con él, lo que dejó expuesto al omega. No dudo en apretar sus nalgas, masajeando y disfrutando de él.
Jimin hizo a un lado su cola en el momento en que Jungkook se agachó, yendo a lamer su entrada sin piedad, hambriento de él, deseoso de saborearlo. No pudo hacer más que apretar los puños ante el placer que sentía con cada estocada que daba su húmeda lengua, mordiendo su labio inferior para no ser ruidoso. También se arqueó todo lo que pudo para quedar más expuesto, eso volvía loco a Jungkook.
El alfa podía sentir como el lubricante natural de Jimin comenzaba a ser abundante ante sus estímulos, estando más que preparado para recibirlo. Su miembro estaba duro dentro de su pantalón y sabía que tanto él como su omega estaban ansiosos de que eso pasara, no había tiempo para juegos, necesitaban todo en el momento.
Jungkook se puso de pie y se pegó a Jimin, haciendo que este se apoyara contra la mesada para poder entrar con facilidad. Su pene resbaló sin resistencia alguna, eso les arrancó un jadeo a ambos, se sentía tan bien.
Siendo incapaz de aguantar las ganas por más tiempo, el vaivén lento del inicio, con unos pocos minutos se había tornado salvaje y duro. Era un manojo de jadeos y bufidos mientras sentía como las paredes del omega lo apretaban, mientras que este debía morder su propia camisa para no ser ruidoso, con sus mejillas tornadas en un cálido carmesí ante el placer que lo invadía.
El silencio era cortado únicamente por sus gemidos ahogados, sus respiraciones pesadas y el choque salvaje de sus pieles, casi en la oscuridad por estar acabándose las antorchas y candelabros que habían encendido en cuanto se escondió el sol. Era la gloria.
Curiosamente, escuchar a Jimin así lo excitaba aún más, por lo que aumentó las estocadas todo lo que pudo, logrando que soltara algunos gemidos fuertes. Supo que su omega estaba por llegar al notar pequeñas contracciones en su entrada, entonces lo marcó en el momento justo, clavando sus dientes y colmillos en el punto exacto donde la magia se formaba.
Jimin se quejó, mezcla del dolor y el placer, pero feliz de renovar el lazo. Por su parte, Jungkook continuó las embestidas sin soltarlo, con su boca llena de sangre y las gotas rojizas mezclándose con el jabón y el semen del peliblanco. Quería más, pero no era momento para cachorros de nuevo, así que no le quedó de otra que soltarlo para salir de su interior y masturbarse rápidamente, acabando en la parte baja de su espalda.
Esta vez, Jimin no hizo reproche alguno por eso. Estaba totalmente de acuerdo con eso.
Agitado y algo sudado, Jimin se recostó en el pecho de Jungkook para descansar del polvo rápido y salvaje que acababan de tener. El azabache lamía la marca, limpiando todo rastro de sangre que pudiera haber, pues era su deber.
—Te necesitaba tanto —susurró Jungkook, abrazándolo fuerte mientras volvía a dejar besos en su cuello.
—Y yo a ti. Me costó mucho callarme, ni la ropa hemos llegado a sacarnos.
—Y lo mejor es que los cachorros no se despertaron aún cuando no pudiste aguantar los últimos gemidos —se acomodó el pantalón y alzó al omega entre sus brazos estilo nupcial, llevándolo al cuarto escaleras arriba.
—Y estuvo rico —agregó.
—Demasiado rico, quiero comerte todo.
—¿Aún tienes ganas? —sonrió, contento con la idea de tener más.
Jungkook lo dejó con cuidado en la cama mientras lo degustaba el sabor de sus labios, posicionándose sobre él. A Jimin no le importaba para nada si aún tenía sangre en su boca o no, la pasión le podía mucho más.
—Mmm... ¿tú que crees? Este bebé se quedó con ganas de más.
Bajó los besos por su pecho, desabotonando la camisa en el camino. Lamió los sensibles pezones de Jimin, degustando el sabor agrio que podía llegar a salir si presionaba o succionaba un poco. Tendría que ser muy cuidadoso en un futuro cuando los cachorros comenzaran a sacar sus dientes.
Y aunque a Jimin aún se le hacía algo loco saber que por ahí alimentaba a sus cachorros, su lado más morboso hacía con Jungkook le gustaba verlo allí. Sin embargo, al que se le antojaba algo de leche era a él.
Sin decir nada, se arrodilló en la cama, haciendo que Jungkook se recostara. Lo ayudó a quedarse sin nada de ropa, viendo que el miembro de su alfa no parecía querer calmarse, seguía tan parado y duro como si aún no hubiesen hecho nada.
—¿Qué vas a hacerme? —preguntó Jungkook con una sonrisita, sabiendo por donde iba el asunto.
—Algo muy rico —movió coquetamente sus pestañas, antes de acercar su boca al miembro de Jungkook.
Primero lo estimuló con su lengua, por lo extenso de todo su falo, también por la hendidura del glande, y cuando lo tuvo dentro de su boca, apretó con sus labios todo lo que pudo, sobre todo cuando llegaba a la punta. Sabía que eso volvía loco a Jungkook, sintiendo como este acariciaba su cabello blanco y a veces hasta presionaba un poco, moviendo ligeramente sus caderas en busca de más, totalmente extasiado.
Jimin continuó hasta que finalmente logró hacerlo eyacular solo con su boca, quedando totalmente satisfecho de ver a su alfa así de desastre por su culpa. Tragó solo un poco por el simple hecho de querer satisfacerlo con la imagen morbosa de tener aquel liquido blanquecino en su lengua, para luego ser atacado por la boca de Jungkook en un beso lleno de pasión en donde al alfa poco le importaba lo que acababa de tener allí.
A veces podían ser tan sucios...
—¿Mejoré? —preguntó Jimin con una sonrisita sobre sus labios, recordando la primera vez que lo había intentado.
—Has mejorado mucho, amor, ahora eres todo un maestro —volvió a dejar besos en sus labios, acariciando la figura desnuda de su omega.
—Eres delicioso —acarició su negro cabello húmedo, tirándolo hacia atrás para verlo mejor—. Había olvidado lo rico que lo pasábamos siempre.
—Ahora vamos a aprovechar cada segundo de sueño de los cachorros para pasarla bien, aunque cuando sean más grandes será peor —Jimin largó una risita, estando de acuerdo con eso mientras Jungkook dejaba besos en las comisuras de sus labios de una forma tan tierna que pensó se derretiría.
Y entonces, antes siquiera de pensar en una nueva ronda, la cachorra comenzó a lloriquear. Seguro tenía hambre de nuevo o quizá había manchado su pañal. Daba igual, la hora de placer había terminado oficialmente.
—Creo que ya fue suficiente por hoy —dijo Jimin, dándole un último beso antes de levantarse.
Eso no dejaba muy feliz a Jungkook, pero la idea frustrante de no poder tenerlo de nuevo se esfumó en cuanto se levantó detrás suyo y vio a sus retoños, tan pequeños y preciosos. Eran suyos y del omega que amaba, ¿qué más perfecto que eso?
—¿Qué tiene? —preguntó Jungkook.
—Debe tener hambre o quizá mojó el pañal —alzó a la pequeña y acercó su nariz hasta la tela que la cubría. Se alejó rápidamente con un quejido ante olor tan nauseabundo—. Uff, esta nena se pudrió.
—Dios mío... ¿qué come que caga así? —rió Jungkook por lo bajo mientras tapaba su nariz.
Jimin dejó a Mía en la cama para cambiarla en lo que Jungkook se encargaba de alcanzarle lo que necesitaba. Ver a su amor ser así de precioso con sus cachorros lo llenaba de amor y paz, era una imagen que no cambiaría por nada del mundo.
—Es tan linda —sonrió Jungkook, tocando sus pequeñas orejitas blancas y negras.
—Es como tú, una tigresita re linda.
—Y es albina...
—Si, una buena mezcla de ambos —terminó de limpiar a su cachorra y le puso un nuevo pañal de tela, dejando el sucio a un lado para lavarlo al otro día—. Ya estás limpita, bebé preciosa —dejó un beso en su frente.
—Deja que la duerma yo —dijo Jungkook, alzando entre sus brazos a su pequeña princesa. Jimin solo asintió mientras se iba a limpiar, pues apenas habían terminado de follar y ni siquiera tuvo oportunidad alguna para eso.
No tardó mucho, de hecho, fue tan rápido como pudo, pero en cuanto volvió al cuarto, tanto Jungkook como Mía estaban completamente dormidos, lo que le hizo sonreír. Su alfa había caído rendido tanto como su beba preciosa.
Se acercó con cuidado a la cama y tomó con delicadeza a Mía, llevándola a su cuna junto a Elian, a quien también le dejó un beso en la frente. Volvió con su alfa y se acostó a su lado para descansar. Jungkook lo envolvió con sus fuertes brazos en cuanto lo sintió, pegándolo a él para dormir bien cómodos y juntitos.
La vida era perfecta así, ¿qué más podían pedir?
✧✦✧
Taehyung envolvió bien a su pequeña, cuidando que estuviera bien protegida para salir con ella. Días después del parto, se sentía muchísimo mejor, con mucha fuerza y más ganas de vivir que nunca. Ver a su lobita era algo que no podía explicar, porque finalmente era padre, algo que según nunca iba a poder experimentar.
Sus orejas y colita eran color azabache, o sea que había sacado el pelaje de Yoongi, eso lo ponía blandito, porque estaba más que seguro que él era su alfa para toda la vida luego de aprender a entenderlo y amarlo así de cabroncito como era a veces. Jamás lo trataba mal, ni le gritaba, ni nada de miradas frías que a otros si le tiraba. Lo protegía como a nada al igual que a su cachorra.
Pobre del que se metiera con Taehyung y su pequeña omega Olivia.
En cuanto salió de la cabaña rodó los ojos. Su madre estaba allí de nuevo, ¿cuándo iba a dejar de insistir? No quería hablar con ellos ni que vieran a su cachorra. ¿Antes era un inútil y ahora les importaba su nieta? Estaba consciente de que su pequeña tenía derecho a conocerlos, pero él no sabía si quería entablar relación alguna otra vez con seres cuya su existencia era nula hasta hacia un par de meses cuando su vientre comenzó a notarse.
Y si no era para eso, era para preguntar por Jimin, y él por nada del mundo iba a delatar la felicidad de su hermano.
—¿Qué quieres? —preguntó Taehyung, sin siquiera detenerse a verla.
—Quiero ver a Olivia, saber cómo se encuentra —dijo Hye, siguiéndolo sin saber exactamente a donde iba, pero creía sospecharlo—. ¿Vas a ver a Jimin?
—A donde yo vaya no les interesa, de hecho, no les importa nada de lo que haga, me lo dejaron muy en claro hace años cuando dejaron de tratarme como debían.
—Ya te pedimos disculpas, no seas rencoroso, hijo, eso no es bueno ni sano.
Taehyung largó una carcajada realmente divertido, ¿en serio le decía eso? No tenía cara, no luego de lo mal que lo habían hecho sentir. En ese momento no era su hijo y quería seguir así.
—¿Cuándo? ¿Cuándo ya tengo un cachorro me pides disculpas? No quiero volver a verlos —y sin más, caminó a paso rápido para irse de la manada para visitar a su hermano y ver a sus cachorros.
Yoongi le pasó por al lado sin dedicarle mirada alguna mientras seguía a Taehyung, serio, frío, casi inexpresivo. Apenas iba saliendo de la casa y no sabía de qué habían hablado, pero no necesitaba información alguna para saber lo que pasaba.
Hye se cruzó de brazos, viendo como la pareja se iba. Sintió una mano en su hombro y no necesitó voltear para saber que era Dongwan. Estaban desesperados por saber de Jimin, sus cachorros, en donde andaba y, sobre todo, para alejarlo de ese alfa raro y peligroso. No les gustaba que estuviera con ese demonio malparido.
—¿No te dijo nada? —preguntó Dongwan, viendo como Taehyung se perdía en el camino entre los árboles.
—No y tampoco me deja ver a nuestra nieta. Me preocupa —exclamó, abrazándose a si misma porque realmente le afectara, aunque hubiese hecho las cosas mal, lástima que su hijo no le creía.
—Algo haremos, no te preocupes —observó al guardia alfa más cercano que tenía y se acercó a él, lo suficiente como para que otros no pudieran escuchar—. Quiero que sigas a Taehyung. No me importa a donde tengas que ir, no me importa si debes cruzar el río, no me importa nada. Si regresas con información valiosa, te lo recompensaré a ti y a tu familia.
El alfa observó a su jefe, un tanto dudoso, pero aún así asintió, caminando a paso apurado por donde había visto irse al castaño, lo que dejó satisfecho a Dongwan y un tanto intrigada a Hye.
Ese mismo día tendrían la información que requerían para ejecutar un plan que venían preparando hacía meses.
—No te agrada que mis papás vengan, ¿verdad? —preguntó Taehyung en cuanto Yoongi llegó a su lado.
Podía sentir a través del lazo su molestia, se ponía así cada vez que alguno se acercaba. No tenía queja alguna para eso, porque él también llegaba a ponerse de ese modo tras sus insistencias luego de múltiples noes.
—No mucho. Creo que vienen por Jimin —dijo Yoongi, más ocupado en observar el terreno en busca de una posible amenaza.
—Yo también lo creo... Hasta cierto punto me molesta un poco. Es como si aún cuando yo de verdad pude darles un nieto, siguen teniendo más interés en Minnie.
Yoongi lo tomó del hombro, haciendo que se detenga para ver su rostro. Notaba su tristeza a través del lazo, y aunque así no fuera, los pucheros que se le escapaban al omega lo delataban. Odiaba ver a Taehyung así, porque en ese tiempo había tenido el privilegio de conocerlo más, y podía jurar que era el joven más bonito que hubiese llegado a conocer. Él no merecía nada de eso.
—No pienses en eso, precioso, algún día se darán cuenta de su error.
—Ojalá y si... pero algo si tengo en claro; nunca voy a decirles nada sobre Jimin. Él está demasiado feliz allá del otro lado y creo que no pudo haber encontrado mejor alfa del que tiene. Cuida de él y sus cachorros y los ama, eso es lo que importa.
—Y yo te cuido a ti y nuestra cachorra —tomó su rostro con ambas manos, con delicadeza—. Aprendí a quererte y ahora no te dejaría por nada. Te amo —dejó un beso inocente en sus labios y luego en la frente de su pequeña. Eso le robó una sonrisa enorme al castaño.
—¿A pesar de que antes protestaste por quedarte conmigo? —Yoongi asintió, largando una risita. A Taehyung le encantaba verlo sonreír, porque era algo que no hacía seguido y solo él tenía el privilegio de verlo—. Yo también te amo, Yoongi, y aprendí que quererte aún con tu carácter, aunque en realidad ya lo hacía desde hace un tiempo.
—Lamento si en algún momento fui un idiota contigo —volvió a dejar besitos en sus labios.
—No importa. Valió la pena aguantar eso por esto tan bonito que tenemos y por nuestra bebé —le dio un último beso antes de seguir su camino.
Yoongi se quedó un instante parado donde estaba, mirando los alrededores. Había captado un olor a alfa lejano, pero seguro era de algún loco en celo o alguien de la manada, pues aún no se alejaban tanto.
No perdió más tiempo y se apuró a alcanzar a su omega, sin saber que un alfa guerrero los seguía, casi bañado en lodo para disfrazar su aroma.
✧✦✧
Una vez Taehyung llegó a la nueva casa de Jimin, ambos chillaron de emoción al ver a sus retoñitos reunidos. Eran tan pequeños y preciosos, que los hacia gritar de emoción, aunque eso terminara de despertar a los cachorros. Por suerte Jungkook había ido al mercado y no podía escucharlos de ese modo, salvo Yoongi que había preferido quedarse sentado afuera.
—Tuve horas de parto, no sabes lo que fue. La cama era un desastre, Seokjin era un desastre, yo era un desastre, todo era desastre, pero fue una experiencia maravillosa —dijo Jimin, mientras cargaba entre sus brazos a Olivia, su sobrina.
—El mío fue difícil. Por un momento creí que iba a morir, no daba para más, terminé muy agotado. Pero ya ves, me siento fabuloso ahora y vine a visitarte para conocer al fin a mis sobrinitos preciosos.
Taehyung observó nuevamente con detenimiento a ambos, y aunque no le sorprendía, debía admitir que Mía era la más impactante de todas, pues era una tigresa alfa albina. No existían los tigres blancos hasta entonces y se preguntaba si habían heredado los poderes de su hermano.
—Es difícil, pero se siente mucha paz una vez ya sale y lo oyes llorar.
—Si, no sabes lo feliz que me sentí cuando la escuché llorar. Creí que nunca me pasaría en la vida, fue como un milagro. Yoongi no pudo estar conmigo durante el parto, pero me ha estado cuidando como nadie todo este tiempo. A cada rato me pregunta si necesito algo, quizás a veces reniega cuando tiene que cambiarla o no nos deja dormir, pero está feliz con ella, aún es muy dormilona.
—Yo hasta ayer recién pude tener relaciones con Jungkook. Era divertido verlo desesperado y aunque fue rápido y algo corto, quedé muy satisfecho —meció suavemente a Olivia cuando la sintió moverse un poquito, ambos acomodados en el sofá de la sala.
—Yo aún no tengo nada, me siento sensible y no creo poder tener relaciones por ahora.
—Ay, no te preocupes, es hasta que te sientas mejor.
Taehyung asintió: —¿Y tu alfa? Ese chico te trata bien, es muy lindo contigo a pesar de... su condición.
—Si, siempre me cuida y ahora también cuida de los cachorros. Siempre ha estado muy pendiente de mí, durante el embarazo ni hablar. Tenía miedo de que me pasara algo por su energía, pero por suerte nada ha sucedido y tenemos unos cachorros muy fuertes y saludables.
—Esa energía es demasiado fuerte, por eso uso el amuleto que me has dado siempre que vengo. ¿Cómo se llamaba el omega? ¿Seokjin? Me dan ganas de conocerlo y felicitarlo algún día, esas cosas realmente funcionan, parece de otro mundo.
—Jin es muy buena persona, me cae muy bien y nos ha ayudado mucho. Ya casi lo considero parte de la familia, porque no solo es como nuestro médico personal, sino que también nos hemos juntado a cenar y todo en ocasiones y hasta creo que le gusta el hermano mayor de Jungkook.
—¿Ah sí? ¿Y cómo le hará? ¿Se le acerca con un amuleto?
—¿Puedes creer que realmente no sé? Creo que se coquetean, pero aún no es nada seguro. La condición de Namjoon y Hoseok son las mismas que Jungkook, solo que no son tan arriesgados como él.
—Entiendo —asintió—. Oye, siento cambiar de tema, pero es que acabo de recordar que mamá me ha preguntado si sé algo de ti. Están muy insistentes y ya no sé cómo evitarlos, estoy harto.
—Cuando vea a Mía se va a infartar —suspiró, sin saber tampoco como podría hacer Taehyung para librarse de ese tema.
—Si, porque es tigresa. Seguro va a ser hermosa y fuerte y Elian ni hablar, eh. Ambos son cachorros hermosos.
—Jungkook aún no se ha despegado de ellos. Si lloran los quiere dormir él, no le gusta mucho cambiarlos, pero lo hace y creo que aún no puede creerlo, para él solo era un sueño inalcanzable y mira ahora —sonrió, dejando a Olivia en la cuna junto con sus cachorros—. Lo siento muy feliz siempre que los ve, también siempre que me ve a mí y eso me alegra. No estoy arrepentido del alfa que elegí, me sigue gustando como la primera vez, la emoción es la misma.
—Me alegra que seas feliz —tomó su mano en señal de apoyo.
—Lo único que me preocupa es que... —y Taehyung lo miró expectante, esperando a que hablara luego de un pequeño silencio—. Yo voy a envejecer y él no. Se que apenas voy a tener 19 años, pero... sé que ese día llegará en algún momento.
—¿Y no habrá alguna forma de romper lo que sucede con él?
—Lo he pensado, pero no quiero que muera. ¿Y si al romper el hechizo muere? Él ya tiene muchos años de vida, no lo soportaría —apretó los labios. Hablar de eso le ponía mal y Taehyung lo sabía, por eso apretó un poco el agarre.
Si Jimin lloraba, él también.
—Alguna manera debe de haber, todo tiene una solución.
—Pero no sé cuál y los cachorros tan pequeños... tengo que ocupar mi tiempo al cien para ellos, pero bueno, aún me quedan muchos años de juventud, ¿no? —sonrió, en busca de algo positivo en todo eso—. Creo que para investigar aún tengo tiempo.
—Si, espera a que estén un poco más grandes tus cachorros y luego decidan ambos que harán. Si en algún momento quieres que los cuide, no dudes en que lo haré con mucho gusto.
Luego de toda una tarde de charlas, aún cuando Taehyung ya se había ido, Jimin continuaba pensativo en la sala mientras movía suavemente la cuna de los cachorros, solo, con la mirada perdida en un punto. Las palabras rondaban en su cabeza. Debía hablar ese tema con él... pero aún cuando Jungkook ya había llegado con las compras de la casa, incluso con algunos regalos simples pero bonitos para los tres, no podía dejar de preocuparse por eso.
Quería liberar a Jungkook, pero, ¿a qué precio? Mientras más lo pensaba, más miedo le daba, no solo por la incertidumbre que lo invadía, sino porque también sentía que alguien muy lejana, pero muy cercana al mismo tiempo, iba a darle la respuesta que tanto necesitaba en algún momento.
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